IMPORTANCIA DE LAS ACOTACIONES


El lector o el espectador de La Fundación puede advertir fácilmente la cuidada construcción de la tragedia. Las largas acotaciones marcan con exactitud los detalles imprescindibles para el montaje de la obra. Incluso el mismo Buero ha insistido en la importancia que estas tienen en su teatro en general. El lector dispone del texto completo de la obra y no necesita más comentarios para su comprensión que los establecidos por el propio autor.

Dice Doménech: "Es muy peculiar en los textos dramáticos de Buero Vallejo la descripción minuciosa del escenario, como también el elevado número de acotaciones sobre los personajes: vestuario, acción, etcétera. Se diría que la representación está vista, o mejor, prevista, por el autor, incluso en detalles muy menudos. Muy cierto. Y esta preocupación no es mero capricho o manía, sino que responde a una visión pragmática del dramaturgo que le lleva a anticipar la creación final en todas sus dimensiones. Más que ver o prever, lo que hace Buero, como veremos, es matizar, indicar y guiar a su director escénico y a sus actores, dando lugar así a una colaboración artística que trasciende lo literario. O sea, se da cuenta de los medios que tiene a su disposición, y sabe que cuando las palabras resultan inexpresivas, puede acudir a sus colaboradores: a la imaginación creadora del escenógrafo y director, al gesto, ademán y tono del actor. Es más, su propia imaginación formal le lleva desde un principio a pensar como escenógrafo, director y actor."

Vermeer. La joven de la perla
 El lector dispone del texto completo de la obra y no necesita más comentarios para su comprensión que los establecidos por el propio autor. Las descripciones de los escenarios desarrolladas en las acotaciones de La Fundación están dotadas de una gran densidad narrativa, e implican un decorado bastante complejo para una obra de teatro.

Las más extensas se encuentran al inicio de cada una de las dos partes. La primera es especialmente significativa y describe meticulosamente el escenario irreal de la Fundación. En la segunda parte, especialmente en las del segundo cuadro, se describe ya claramente la cárcel. En general proporcionan información sobre los siguientes aspectos:

-El espacio. Un ejemplo de ello podría ser la primera acotación del Cuadro I de la Parte primera:

"La habitación podría pertenecer a una residencia cualquiera. No es amplia ni lujosa […] Tras el ventanal, lejana, la dilatada vista de un maravilloso paisaje: límpido cielo, majestuosas montañas, la fulgurante plata de un lago, remotos edificios que semejan extrañas catedrales, el dulce verdor de las praderas y bosquecillos, las bellas notas claras de amenas edificaciones algo más cercanas […]"

La Fundación de la 1ª parte se describe como una “vivienda funcional”, con un ventanal desde el que se contempla un “maravilloso paisaje”, electrodomésticos (nevera, televisor, teléfono, una gran lámpara), mobiliario (estanterías “de finas maderas”, “cinco acogedores silloncitos” y la cama “de línea moderna”), figuras decorativas, libros y el menaje exquisito(“finas cristalerías, vajillas, plateados cubiertos, finos manteles”), pero ya hay la sensación de angostura, los muros grises, el suelo de cemento, la taquilla de hierro de pobre aspecto, los seis talegos y los tres bultos recubiertos por arpilleras.

En la segunda parte (1ª acotación) desaparecen los elementos asociados al lujo (los silloncitos, los muebles de finas maderas, el menaje, los electrodomésticos). Al comienzo del segundo cuadro desaparece el ventanal y todo el mobiliario. Solo se mantiene la cortina que oculta el retrete. Finalmente, veremos la celda cuando se eleva la cortina y se ve el retrete “sucio y costroso de humedad”.

-La descripción de los personajes y su vestimenta. Tomás es en la primera acotación “un mozo de unos veinticinco años, de alegre semblante, que usa pantalón oscuro y camisa gris. Sobre el pecho, un pequeño rectángulo negro donde descuella, en blanco, la inscripción C-72.”. Es significativo que estén numerados y que el número de Tomás se corresponda con el de Berta ( "Es una muchacha de mirada dulce y profunda, de brillante melena leonada. El blanco pantaloncillo que viste deja ver sus exquisitas piernas; sobre la inmaculada camisa de abierto cuello, un rectángulo azul con la inscripción A-72.") y que el ratón se llame como el protagonista. En  la acotación que inicia el cuadro II de la segunda parte “Su pantalón gris es idéntico al de los otros; su blusa, por fuera”.

-Movimientos, gestos y tono de voz de los actores, en acotaciones, muy breves, intercaladas en medio de los diálogos. Sirvan como ejemplos las del final de la obra: “(Irónico)”, “(Se acerca y le oprime el hombro)”, “(Baja la voz)”, “(Levanta su rostro sonriente). En esta obra, como en la dramaturgia completa de Buero, son fundamentales todos los gestos y actitudes. Podemos advertir esto de manera especial, por ejemplo, en la presencia muda de Berta, al final del intermedio pictórico que se nos ofrece como un síntoma claro del valor de los gestos y las formas habituales en el drama. El lector debe comprender por sí mismo el valor que tienen los gestos de Berta, de fruncir las cejas y de mirar a todos con grave expresión y también el hecho de que ninguno de ellos, ni siguiera Tomás repare en ella.

-La música, ya que la obra comienza y acaba con Guillermo Tell de Rossini. Al comienzo, crea el ambiente adecuado para la presentación de una alucinación y remite al horizonte utópico, a un mundo ideal (por eso escoge la Pastoral). Al final deja el camino abierto a la esperanza y a la aparición de nuevas situaciones que afectan al espectador, porque nuevos personajes tendrán también sueños que pueden llegar a realizarse.

-La pintura, que tiene como finalidad sugerir al espectador que algo raro está sucediendo, al producirse hechos inexplicables, que van marcando el proceso de “recuperación”.

-La luz, irisada al principio y nítida, hasta llegar a resultar cruda, cuando se descubre la realidad de la cárcel: "La risueña luz de la primavera inunda el paisaje; cernida e irisada claridad, un tanto irreal, en el aposento"- se dice al comienzo. Mientras que en la segunda parte:"Cruda y agria, aunque sin la intensidad últimamente alcanzada, la luz se ha estabilizado en el interior. En el chaflán y en el primer término derecho subsiste la extraña penumbra gris."

En cuanto al lenguaje de las acotaciones, es sin duda, una muestra brillante de la lengua culta y literaria de Buero, que viene dada por una serie de rasgos, que vemos a continuación. La utilización de adjetivos sinestésicos aporta al lenguaje gran valor literario como, por ejemplo, “dulce verdor de praderas”. El estilo nominal de algunas de las acotaciones aporta al texto una cierta monotonía, pero también una musicalidad propia del lenguaje literario. La escasez de verbos de la primera acotación hace que tengamos la sensación de que no pasa nada y que estamos viendo un cuadro. El gusto de Buero por las enumeraciones (bimembraciones o trimembraciones) confieren al texto un ritmo especial como, por ejemplo, “en la pared del fondo y junto a la cortinas”, “bajo el ventanal y con la cabecera adosada al muro”, “tres bultos recubiertos por arpilleras o mantas diversas”, “sobre ella, periódicos y alguna revista ilustrada” “tras la barandilla del corredor y en la lejanía”. Incluso podríamos señalar algunos recursos estilísticos como personificaciones “la risueña luz de la primavera”, “una claridad gris y tristona” y también metáforas “la fulgurante plata de un lago”. Se trata, sin duda, de una muestra brillante de la lengua culta y literaria de Buero.