TEMAS DE LA FUNDACIÓN


Retrato de Miguel Hernández hecho por  Buero 


En la obra hay bastantes elementos autobiográficos, dado que Buero militó durante un tiempo al acabar la Guerra Civil en el Partido Comunista, estuvo encarcelado desde 1939 a 1946, e incluso condenado a muerte, que le fue conmutada por la cadena perpetua y posteriormente por la libertad. Ayudó al poeta Miguel Hernández en un intento de fuga de la prisión del Conde de Toreno y su padre, militar había sido asesinado durante la Guerra civil en Madrid, en concreto en Paracuellos del Jarama, acusado por los republicanos de pertenecer a la “quinta columna”. Conoció a la perfección la realidad que se describe en esta obra y, a través de esos presos políticos condenados a muerte, representa las distintas actitudes que los seres humanos adoptamos en una situación límite como la que viven.

Encierra, al menos, un doble significado:

-Político y literal. Es una meditación sobre la libertad y la esclavitud, sobre la opresión que los regímenes totalitarios ejercen sobre los individuos que no se pliegan a sus estrictos códigos de comportamiento. Es la interpretación que mayor fuerza cobró en la época de su estreno, pese a que el franquismo se encontraba ya en sus postrimerías. La obra queda así emparentada con En la red, de Alfonso Sastre, al denunciar la brutalidad de prácticas como la tortura, la delación, la represión ideológica y la pena de muerte. 

-Simbólico y permanente. En una línea existencial podemos considerar que la vida es también una cárcel sórdida e interminable en la que permanecemos secuestrados bajo la amenaza omnipresente de la muerte a la espera de que el Ser Supremo o el caprichoso azar decida arrancarnos de nuestro habitáculo terreno. De esa áspera realidad se evaden los hombres -al igual que Tomás- mediante ensoñaciones se dejan alienar por bienes de consumo o cosas amables y apetecibles que les hagan olvidar el destino inexorable:

"ASEL.— ¿Quieres volver a la Fundación?
TOMÁS.— Ya sé que no era real. Pero me pregunto si el resto del mundo lo es más… También a los de fuera se les esfuma de pronto el televisor, o el vaso que querían beber, o el dinero que tenían en la mano… O un ser querido… Y siguen creyendo, sin embargo, en su confortable Fundación… Y alguna vez, desde lejos, verán este edificio y no se dirán: es una cárcel. Dirán: parece una Fundación… Y pasarán de largo."

La obra constituye un progresivo acercamiento desde la locura a la realidad, vivida simultáneamente por protagonista y espectadores. La acción se centra en el descubrimiento de la situación en que todos se encuentran: la conquista de la verdad a partir de la enajenación, en comprender que todos estamos en la cárcel.

De esta manera, el drama se proyecta sobre los espectadores de una manera no convencional, pues los incorpora al proceso de la ficción (nos implica a todos y nos convierte de alguna manera en personajes). Si Tomás es no sólo el punto de vista, sino el órgano de la visión, cada espectador es igualado y confundido con él, es decir, es convertido en enajenado o loco. Es la conclusión de la obra: todos somos locos. La metáfora escénica que equipara la prisión con una fundación trasciende esta anécdota concreta y alcanza dimensiones más amplias que atañen a la vida humana en general.

Estamos ante una muestra teatral del viejo tema del “engaño a los ojos”, que enlaza con la oposición entre apariencia y realidad. De la confortable fundación caminamos progresivamente hasta el descubrimiento total de la celda de la que, no obstante, nunca hemos salido. Es forzoso que nazca un acentuado sentido de crisis del concepto de lo real. Ya no se puede creer en lo que aparece como más tangible, pues puede ser una ilusión óptica, un holograma. Se impone una relatividad absoluta.

Esta inmersión en la mente del protagonista es el único modo de presentar directamente la progresiva vuelta a la normalidad de Tomás: cada transformación del espacio escénico revela que una parcela de realidad ha ocupado su sitio en el cerebro del personaje. Por eso se puede decir que es ahí donde transcurre la obra: no es posible mayor subjetivización. Con esta técnica Buero se sitúa en la línea renovadora de los dramaturgos contemporáneos que buscan una superación de la objetividad.

En La Fundación confluyen buena parte de las tendencias principales del teatro de Buero. Es un caso claro en que la alineación termina con el triunfo de la lucidez, lo que constituye un tema fundamental de su dramaturgia.

Podemos individualizar algunos temas, teniendo en cuenta el doble significado de la obra:

A) Temas relacionados con el plano real.

1. Denuncia de la violencia institucional en los regímenes totalitarios: la tortura y la pena de muerte. Buero Vallejo la conocía de primera mano, porque la sufrió en sus propias carnes. Sabía de los comportamientos de los seres humanos en una situación límite, tras ser torturados y estar hambrientos. Por eso, en esta obra cada uno de los presos muestra una reacción diferente: la delación, en el caso de Tomás (algo que es anterior al comienzo de la obra y que lo ha llevado a la enajenación); el suicidio, cuando ya no se ve otra solución (Asel); el asesinato, porque la violencia engendra violencia (Max, que es el soplón que informa a los guardias, será asesinado por su compañero Lino).

Al principio de la obra en acotación se aclara que los hechos suceden "En un país desconocido". Esto se puede interpretar como un intento de eludir la censura, pues España todavía vivía en un régimen dictatorial en el que se estaban produciendo torturas y asesinatos institucionales. Pero, según Buero, su intención era hacer extensible el problema a todos aquellos lugares en que se produce esta violencia, que no es exclusivo de nuestro país.

2. La lucha por la libertad. En el plano real, se presenta a un grupo de presos que han sido condenados a muerte por sus ideas políticas en un régimen totalitario, porque buscaban la libertad frente a la opresión. Fueron injustamente detenidos, han sido torturados y esperan su destino, pero no dejan de pensar en la forma de volver a ser libres. Por eso Asel planificará una fuga que se llevará a cabo excavando un túnel desde la celda de castigo. Y por eso no comunicarán la muerte de su compañero, esperando las represalias de los carceleros. Al comienzo se extrañan de que no se produzca. Luego descubrirán qué ha pasado. Cuando Tomás ya se ha recuperado, debate con Asel si vale la pena luchar por la libertad y seguir el plan de fuga que este había ideado - presente de forma subterránea desde el comienzo, pues se llevará a cabo desde las celdas de castigo. Acabará aceptándolo tras la muerte de Asel. Este cree que hay que luchar siempre: “No dejes de actuar. No podemos despreciar las pequeñas libertades engañosas que anhelamos aunque nos conduzcan a otra prisión".

B) Temas relacionados con el plano simbólico.

Buero plantea otros temas de mayor calado que se relacionan con el sentido de la vida: Locura /cordura; ficción / realidad; mentira / verdad (1ª parte / 2ª parte) .

1.Contraste entre locura y cordura. La locura de Tomás es muy parecida a la de don Quijote. Consiste en transformar la realidad que no le gusta para crear un mundo idílico. Se trata del procedimiento de inmersión (o recurso de participación), muy presente en el teatro de Buero, llevado a sus máximas consecuencias: lo que perciben los espectadores al comienzo es lo que ve Tomás, lo que está en su cabeza.

● La cárcel se convierte en una fundación dedicada a la investigación. La celda se convierte en una habitación con vistas al campo y con comodidades, como electrodomésticos (nevera, televisión, teléfono), muebles de maderas nobles (estanterías, cinco sillones…) y delicado menaje. Todo esto irá desapareciendo progresivamente a medida que el protagonista vaya accediendo a la cordura. Sin embargo, ya en la acotación inicial hay algunos indicativos de que Tomás ha empezado su proceso de recuperación antes de que comience la obra. Por eso aparecen combinadas cosas confortables con otras que pertenecerían al plano real (el hierro, el cemento, los sacos...):

"Muebles sencillos pero de buen gusto: los de una vivienda funcional donde se considera importante el bienestar. Pero el relativo apiñamiento de pormenores que lo acreditan aumenta curiosamente la sensación de angostura que suscita el aposento. El techo se encuentra, sin embargo, tan alto que ni siquiera se divisa. De tono neutro, sin baldosas ni fisuras, parece el suelo de cemento pulimentado. El ángulo entre el lateral izquierdo y la pared del fondo no es visible: los pliegues de una larga cortina que se pierde en la altura forman un chaflán que lo oculta. En el lateral izquierdo, a media altura y cerca de la cortina, sobresale del muro una taquilla de hierro colado en él empotrada."
● A sus compañeros, los presos políticos, les cambia la profesión para adaptarlos a su papel de investigadores de la Fundación: el ingeniero Asel pasa a ser médico, el tornero Lino a ingeniero, el contable Max a matemático. Únicamente el protagonista y Tulio conservan sus verdaderas profesiones: escritor y fotógrafo, respectivamente.
● Los carceleros burlones actúan y visten, en la mente de Tomás, como camareros.
● Tiene una novia, Berta, que lo visita en la celda (que tiene el mismo número de identificación, el 72) en distintos momentos de la obra, cuando ninguno de sus compañeros está en escena. Trae a un ratoncito, que se llama como el protagonista. Los críticos han interpretado que representa el subconsciente de Tomás. Estas apariciones a lo largo de la obra son especialmente significativas, porque revelan el estado en que se encuentra el personaje. Hay un momento en que se menciona a la Berta real, que es la que acude al locutorio a visitarlo (aunque no se vea en escena). Al comienzo de la obra vemos que algunas frases son enigmáticas, porque pueden ser aplicables al ratón, pero también reflejan lo que Tomás está pensando:

BERTA.— (Al ratón.) Tomás, rabo largo, el señor se ha enfadado. Es un egoísta.
TOMÁS.— (Con media sonrisa.) Más bien celoso.
BERTA.— (Ríe.) ¡Te odia, Tomasín! Ponle ojos tiernos para que se quede contigo.
TOMÁS.— ¿Yo?
BERTA.— Hay que salvar a Tomás…
TOMÁS.— ¡Tomás soy yo!
BERTA.— A Tomás rabo largo. (Va hacia él.) ¿No te da lástima? Me gustaría rescatarle de lo que le espera. Podrías cuidarlo en algún rinconcito del cuarto de baño… Sería vuestra mascota. (Él deniega.) ¿No?
TOMÁS.— Devuélvelo a su jaula, Berta. Lo necesitan.
BERTA.— (Después de un momento.) Aborrezco a la Fundación.

Pero, si los espectadores ven lo que ve Tomás- mientras que sus compañeros de celda no lo ven- significa que tienen las mismas limitaciones que el protagonista. Su significado es en el plano simbólico que los seres humanos somos prisioneros de la sociedad en la que vivimos, que también sufrimos alucinaciones y somos víctimas de enajenaciones. Estamos en un mundo de apariencias en que nos afanamos por los bienes materiales y somos aparentemente felices. Tenemos también nuestras propias "fundaciones", que nos hacen más soportable la existencia. También a nosotros nos corresponde aceptar de forma serena la realidad, acceder a la cordura.

La trascendencia de estos temas también se deduce del final circular, cuando en la última acotación todo vuelve a empezar. Significa que, aunque estos seres humanos no hayan conseguido su propósito (tener la libertad por la que lucharon, hacer que desaparezcan los regímenes totalitarios...), puede que las generaciones venideras sí lo hagan. Porque las tragedias de Buero siempre dejan abierta una puerta a la esperanza. Por eso se dice en la acotación final de la obra, antes de caer el telón:

"Breve pausa. Comienza a oírse, muy suave y remota, la Pastoral de Rossini. La luz se irisa. La cortina desciende y oculta el rincón del retrete. El paño de la derecha se desliza hacia arriba y deja ver, de nuevo, la librería, el televisor… El teléfono reaparece sobre la mesilla. A la cabecera del lecho, la lamparita vuelve a asomar. El paño inferior de la izquierda se corre y la tapa del frigorífico brilla otra vez. La gran pantalla de fantasía desciende, despacio, hasta su antiguo sitio. Finalmente, descúbrese el amplio ventanal, tras el que resplandece el maravilloso paisaje. La música gana fuerza. La puerta se abre. Es el ENCARGADO quien la gira, para situarse en seguida ante el umbral. Tras la barandilla y al fondo, el lejano panorama campestre. El ENCARGADO viste sus correctas ropas de recepción y, con su más obsequiosa sonrisa, invita a entrar en el aposento a nuevos ocupantes que se acercan.)"

2.Contraste entre la ficción y la realidad. El simbolismo, tanto de los hologramas, como de la Fundación o los ratones, sugiere que la diferencia entre la realidad y ficción es más leve de lo que parece a simple vista. Los hologramas son imágenes proyectadas en el aire. Tulio, el escéptico del grupo y experto en hologramas, reconoce que los hologramas se confunden fácilmente con la realidad (él mismo llegó a perseguir un holograma pensando que era su novia). La Fundación representa a la sociedad actual, donde el ser humano vive tan engañado como Tomás. Vivimos en un mundo engañoso que pretende ocultarnos la cara trágica de la vida: la muerte, el hambre, las injusticias…Nuestra sociedad consumista es una cárcel con apariencia de mundo feliz. El ratón de Berta, Tomás, representa al propio Tomás y al ser humano en general: un prisionero cuyo destino es la muerte.

3. Contraste entre mentira y verdad. Ante la locura de Tomás, Asel y Tulio mantienen posturas contrastadas. Asel cree que hay que seguirle la corriente para no herirlo más. Piensa que se irá curando lentamente hasta aceptar la verdad. Todos los presos mienten. Para no desengañar al loco, fingen extender manteles, beber copas o contemplar cuadros inexistentes. Tulio, en cambio, quiere decir la verdad aunque esta resulte dolorosa. Acepta a regañadientes el plan de Asel.